
La sorpresa:
Supone que descubrimos algo que no conocíamos, el psicomotricista la desarrolla
mediante la mirada, la voz, los gestos, los objetos… cuando entra en relación
con el niño.
La afirmación:
Puede ser verbal, gestual o incluso con la mirada para reforzar comportamientos
en el niño que son adecuados para su maduración motriz, afectiva o cognitiva.
El refuerzo: son acciones de
ofrecer ayuda corporal o verbal para conseguir que los niños (as) realicen
determinadas acciones.
La invitación:
Con el lenguaje se puede hacer necesaria para aquellos niños que no se dan el
permiso de jugar, se deben invitar de manera afectuosa a que participen.
La provocación: Es también una
forma de invitación para favorecer que el niño entre en dinámicas de
acercamiento al psicomotricista, al espacio a los otros.
La contención: Significa poner límites, contener la
expresividad del niño, manteniendo la seguridad y la impulsividad de forma
clara y afectiva.
La frustración:
El psicomotricista la utiliza para romper actividades estereotipadas y
repetitivas, y provocar reacciones de respuesta en los niños.
La imitación: significa
reconocer que yo tengo o hago similar a ti, permite la posibilidad de verse
identificado, de tomar conciencia de su
ser y su estar como ser alguien importante digno de imitar por el otro.
La afectividad: permite que el
niño se siente satisfecho emocionalmente y pueda continuar su camino
madurativo.
Favorecer la autonomía:
implica tomar decisiones en la intervención para conseguir en los niños
aprendan a ser dueños de sus actos, a decidir, resolver conflictos, pensar,
hablar y jugar por sí mismos.
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